Contra la diabetes, el ejercicio físico actúa con eficacia, incluso en caso de riesgo genético

Diez mil pasos y más. La diabetes y el ejercicio van de la mano. Alexander Zverev es el representante perfecto. El tenista alemán, que perdió en semifinales de Roland-Garros contra el noruego Casper Ruud, había revelado el año pasado tener diabetes tipo 1. El alemán también ha decidido abrir una fundación a su nombre en agosto de 2022 “mostrar al mundo que el único límite es el que nos ponemos nosotros mismos”. La meta es “para apoyar a los niños con diabetes tipo 1 y [d’]ayudar a las personas a prevenir la diabetes tipo 2 guiando una vida activa y saludable”.

Aquejado de diabetes tipo 1 desde los 3 años, Alexander Zverev tuvo que sortear los bloqueos de los organizadores del torneo parisino a causa de sus inyecciones de insulina. De hecho, lo obligaron a poner sus inyecciones en los baños, incluso descontándolas, en ciertos casos, del número de «pausas para ir al baño» permitido en un juego. La Federación Francesa de Diabéticos (FFD) se levantó “de tal desconocimiento de la diabetes tipo 1, que conduce a comportamientos estigmatizantes”.

La diabetes tipo 1 y 2 tienen en común que provocan niveles elevados de azúcar en la sangre. El primero se refiere al 5% al ​​10% de los diabéticos, 537 millones de personas en todo el mundo en 2021 en total y 4,5 millones en Francia. Esta enfermedad autoinmune, que causa deficiencia de insulina, ocurre con mayor frecuencia en niños y adultos jóvenes. La diabetes tipo 2 suele presentarse más tarde, en un contexto de sobrepeso.

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Un estudio, dirigido por investigadores de la Universidad de Sydney y publicado el 5 de junio en la Revista británica de medicina deportivainvestigó el vínculo entre la actividad física y la diabetes tipo 2 usando datos de 59,325 adultos del Biobanco del Reino Unido, una gran base de datos. A los participantes, sin diabetes ni enfermedad cardiovascular ni cáncer al inicio del estudio, con una edad media de 61 años, se les colocaron acelerómetros en la muñeca para evaluar su actividad física durante siete días y fueron monitorizados durante siete años.

En la prevención como en el tratamiento

El estudio demuestra que practicar sesenta y ocho minutos de actividad física resistente a intensa cada día disminuye el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 en un 74% en comparación con los participantes que practicaban menos de cinco minutos, incluso en aquellos que tenían una genética de riesgo alto. Esta es la novedad de este trabajo. Las personas con una fuerte predisposición genética tienen un menor riesgo de desarrollar la enfermedad cuando realizan una actividad de moderada a vigorosa -durante más de sesenta y ocho minutos al día- en comparación con aquellas sin predisposición genética, pero que tienen una actividad de corta duración -menos de cinco minutos al día.

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