La semana de cuatro días gana terreno en Francia, entre el bienestar de los empleados y el atractivo empresarial

¿Y si solo trabajáramos cuatro días a la semana? Después del teletrabajo, que se ha desarrollado en gran medida desde la pandemia de Covid-19, la idea de reducir, no el tiempo de trabajo, sino la cantidad de días en los que se realiza está ganando terreno en toda Europa. En Reino Unido, España o Bélgica se han tomado muchas iniciativas para poner a prueba esta organización.

En Francia, algunas empresas pioneras permiten a sus empleados trabajar sus treinta y cinco horas en cuatro días.

Según el Ministerio de Trabajo, alrededor de 10.000 empleados están afectados. El sector público no se queda fuera del movimiento: en Picardía, a los agentes de un fondo Urssaf se les ofrece esta posibilidad, en marzo. Un experimento anunciado por Gabriel Attal en el diario Opinión1oh FEBRERO. “Creo que muchos franceses de hoy aspiran a trabajar de otra manera”, subrayó el ministro delegado encargado de las cuentas públicas, mientras el gobierno enfrentaba una importante movilización social contra la reforma de las pensiones y la relación de la edad legal de salida a los 64 años.

El comisario europeo de Empleo y Derechos Sociales, Nicolas Schmit, por su parte, llamó, en una entrevista a la agencia portuguesa Lusa publicada el 25 de mayo, a las empresas que sean capaces de ser más atractivas en el mercado laboral argumentando que «las nuevas generaciones tienen una cierta visión del equilibrio entre el trabajo y la vida personal». Mensaje escuchado, al menos en Lyon, donde los 9.600 empleados de la ciudad pasarán a 1oh Septiembre. ¿Con qué consecuencias?

Empleados más felices… en general

En un momento en el que la calidad de vida en el trabajo y la prevención de riesgos psicosociales son el alfa y el omega de un buen directivo, hacer que tareas antes repartidas en cinco días se realicen en cuatro días puede parecer, en el mejor de los casos, absurdo y, en el peor, totalmente deletéreo. Sin embargo, los comentarios, que deben tomarse con reserva, ya que presentan empresas voluntarias, incluso voluntaristas, apuntan más bien en la dirección de mejora para los empleados.

Elmy, una pequeña empresa con sede en Lyon que se especializa en la gestión de la energía, experimentó con una semana de cuatro días durante seis meses, con ejecutivos trabajando treinta y cinco horas y empleados treinta y dos horas. Evidentemente, el trabajo se ha intensificado: los descansos diarios han pasado de casi cuarenta minutos a treinta y cuatro, y el almuerzo se ha reducido en media hora, a una hora diez.

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