la polémica propuesta que debate Europa

La Comisión Europea busca un acuerdo entre todos los países del bloque, pero muchos rechazan a los inmigrantes. Qué se discute.

La normativa europea de asilo colapsó cuando en 2015 llegó en pocos meses a Europa más de un millón de refugiados de Siria, Irak y Afganistán. Aquellas normas, conocidas como «Protocolo de Dublín», decían que el país responsable de estudiar la solicitud de asilo y acoger a los solicitantes era el primer país europeo que pisaban.

Grecia no pudo recibir en tan breve período de tiempo a tal cantidad de personas y ni siquiera fue capaz de impedir que siguieran su camino rumbo al centro y el norte del continente, por lo que la Alemania de Angela Merkel dio por enterrada aquella norma y anunció que acogería a los que llegaran.

Hoy, ocho años después, casi dos tercios de aquellos refugiados tiene un empleo y la mayoría habla alemán. Pero esa es otra historia.

El estandarte de asilo nunca se recuperará del todo y la Comisión Europea lleva años intentando poner de acuerdo a los gobiernos del bloque. Sus intentos han sido por ahora en vano. Los pagos que están en primera línea de llegada de los solicitantes de asilo (Grecia, Italia y España tradicionalmente) rechazan volver al redactado del «Protocolo de Dublín» y requieren que lleguen quienes sean repartidos por el continente.




Refugiados y migrantes llegan a la isla de Lesbos, en Grecia, en una imagen de 2020. Foto: AFP

volver a los inmigrantes

La Comisión Europea aceptó hace años el principio de repartirlos y estudiar qué criterios usar para hacer el reparto equitativo: población, renta per cápita, tasa de desempleo y otros. Pero con ningún criterio convenció a los gobiernos que rechazan por sistema aceptan a refugiados (Polonia, República Checa, Austria, Eslovaquia, Hungría…) ya gobiernos que cada vez vez aceptan menos (Suecia, Dinamarca, Finlandia, Países Bajos…).

Los gobiernos del sur demanden un reparto generoso y los del norte que los del sur impidan a esas personas viajar hacia sus países.

La última idea, salida de la mente de alguien que debe pensar que en este mundo todo se compra y se vende, es la de pagar el precio a los solicitantes de asilo. Hacer que los gobiernos paguen por no recibirlos.

Así, si en el reparto a un país le tocarán por ejemplo 10,000 solicitantes de asilo en un año y no quisiera aceptar a ninguno pagaría una suma por cada uno de esos. Ese dinero iría a los pays que sí los los aceptan para ayudar con su acogida.

Los costos

La Comisión Europea estudia, cuentan fuentes diplomáticas, poner ese precio en una horquilla que iría entre 10.000 y 22.000 euros.

Así, Negarse a recibir a los 10.000 refugiados de nuestro ejemplo costaría entre 100 y 220 millones de euros. Suecia, que ocupó la presidencia semestral del Consejo de la Unión Europea hasta el 30 de junio (cuando la asumirá España) ofrece los 22.000 euros mientras que los pays más reticentes a recibir refugiados, en caso de aceptar la propuesta, sólo lo harian si la Tarifa a pagar por solicitante de asilo rechazada esté en la parte baja de la horquilla, en los 10.000 euros.

El campo de refugiados de Moria, en la isla griega de Lesbos, en una imagen de 2020. Foto: REUTERS


El campo de refugiados de Moria, en la isla griega de Lesbos, en una imagen de 2020. Foto: REUTERS

El brazo ejecutivo de la Comisión Europea cree que con esa propuesta puede desbloquear una negociación que se detendrá sin avances. La alternativa al pago directo sería que el país que rechaza a los solicitantes de asilo entregue el equivalente en ayuda material para su acogida.

Los ministros del Interior, encargados de los asuntos migratorios, se reunirán con los jóvenes en Luxemburgo y deberán hacer un último mes si esta semana no consiguen un acuerdo que ninguna fuente considere ahora mismo posible.

La prioridad de la Comisión Europea es hacer que los países del sur no carguen con toda la responsabilidad de acogida porque sabe que estos seguirán entonces permitiendo que esas personas crucen irregularmente hacia el norte del bloque. La propuesta plantea la reubicación de un máximo de 30.000 solicitantes de asilo al año.

Bruselas también quiere que las solicitudes de asilo se estudien y decidan mucho más rápido que ahora y que quienes vean rechazada su petición sea efectivamente deportado.

Pero esa es otra batalla que da Europa sin éxito desde hace años porque decenas de pays de África y Oriente Medio no aceptan fácilmente a sus nacionales de vuelta cuando son deportados. Las remesas que recibieron de la diáspora son mucho mayores que cualquier ayuda al desarrollo hasta ahora propuesta. La emigración es también una válvula de escape para una juventud hastiada de la falta de oportunidades y empleos en muchos países africanos y de Oriente Medio.

La propuesta, por primera vez en una norma europea, no descarta encerrar a niños con independencia de su edad. El texto dice que «las con niños de 12 años o menos no pueden ser automáticamente exentas de los procedimientos de fronteras», que es la forma técnica de decir que estarán encerrados hasta que se resuelvan sus solicitudes.

Gobiernos como el alemán y el español rechazan de plano que los menores sean encerrados.

Bruselas, especial

CB

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