“Ajustar la carga fiscal a la inflación puede ser efectivo”

A con algunas excepciones, por situaciones nacionales particulares (Japón y Suiza, por ejemplo), los países desarrollados han pasado de un régimen de baja inflación, que dominó la década de 2000, y más aún la de 2010, a un régimen de inflación bastante alta. Este cambio de régimen se debe a varios factores, probablemente duraderos: la transición energética –el precio de las energías renovables es alto por los costes ligados a la intermitencia de la producción–, la deslocalización de la producción estratégica, el aumento de la tensión en los mercados laboral, lo que promueve un aumento en el poder de negociación de los empleados. Por lo tanto, debemos repensar la política económica para hacerla más efectiva frente a este aumento duradero de la inflación.

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Los gobiernos dudan actualmente entre cuatro opciones: mantener el arreglo anterior, que atribuye la estabilización de la inflación a la política monetaria; cambiar la meta de inflación de los bancos centrales para que no fuerce una política restrictiva; estabilizador de la inflación utilizando la política fiscal en lugar de la monetaria; finalmente, y es esta política la que recomendaremos aquí, manteniendo una política monetaria bastante expansiva para no reducir el gasto público que será fundamental para estabilizar los precios, y utilizando la política fiscal, es decir, los impuestos, para mantener la inflación bajo control.

La primera posibilidad era volver al régimen de política económica que había estado en uso desde la década de 1980, cuando la inflación se consideraba excesiva: el uso de una política monetaria restrictiva dirigida a romper las expectativas de inflación («objetivo de inflación»). Es esta política la que se lleva a cabo hoy en Estados Unidos, pero tiene grandes inconvenientes, por un lado, no es muy eficaz, la subida de tipos de interés debe ser muy fuerte para reducir significativamente la inflación: se tarda aproximadamente 1 de un punto de tipos para conseguir una caída de la inflación de 0,5 a 1 punto Por otra parte, la subida de tipos exige reducir los déficits públicos favoreciendo el mantenimiento de la solvencia de la deuda de los Estados, efecto especialmente indeseable cuando es necesario llevar a cabo inversiones masivas en la transición energética, investigación, educación, salud. Esta política simplemente no debería usarse hoy .

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La segunda posibilidad es cambiar la meta de inflación de los bancos centrales para que no sea perpetuamente más baja que la inflación real. Si la inflación que aparece espontáneamente en el futuro es del 4%, debe ser posible elevar la meta de inflación al 4%. Esto evitaría tener que seguir una política monetaria perpetuamente restrictiva: las tasas de interés nominales serían más altas, pero las tasas de interés reales serían más bajas. Esto también tendría la ventaja de aumentar el margen de maniobra de los bancos centrales en caso de caída.

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